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Trump : 1 - Zuckerberg: 0

El escándalo de Cambridge Analytica afecta a los cimientos de la democracia: las dudas generadas sobre los resultados de las últimas elecciones estadounidense hipotecan el gobierno de la superpotencia planetaria. La consultora que trabajó para la campaña de Trump usando datos de los usuarios de Facebook ha hecho tambalear a la compañía de Mark Zuckerberg, que perdió cerca de 50.000 millones de dólares en valor de mercado, mientras testificaba por este asunto ante el Congreso de Estados Unidos.
87 millones de perfiles se vieron afectados. Independientemente de si Cambrigde Analytica recolectó los datos sin el permiso de Facebook, o si por el contrario Facebook vendió los datos, el resultado fue la filtración de millones de datos personales. Esta información permitió crear perfiles psicológicos de los usuarios y en función de estos perfiles se les enviaban mensajes con información en muchas ocasiones falsa o manipulada para influir en su decisión de voto. En este contexto Donald Trump fue elegido presidente. Es ilegal que Facebook oriente su publicidad según la personalidad de sus usuarios, pero Cambridge Analytica encontró la forma de hacer legal lo ilegal.
Christopher Wylie, el cerebro de Cambridge Analytica ha admitido que el resultado del referéndum británico podría haber sido distinto de no haber interferido a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea en 2016. La caracterización de usuarios y el envío de mensajes personalizados en ocasiones con noticias falsas, bulos y mentiras con fines políticos en las campañas electorales de Alemania, Francia, Holanda o en las crisis catalanas tienen como objetivo desestabilizar y erosionar los pilares de la democracia. El análisis de datos, el desarrollo del Big Data y el aprendizaje automático permiten niveles de predicción con márgenes de error cada vez menores y correlaciones entre grupos de personas y afinidades que los propios seres humanos nunca encontrarían.
Estos hechos han provocado un ‘despertar’ en los usuarios de las redes sociales, que sienten como a través de la información que publican han sido manipulados. La confianza de los usuarios de la red social se ha desvanecido y con ella el principal potencial de la red social: obtener información personal a cambio de nada. Los usuarios comienzan a ser conscientes de que están expuestos que sus datos se venden, comparten y utilizan para enviar publicidad personalizada, influenciar o engañar.
Es necesario empoderar a los usuarios de internet para proteger su privacidad: restricciones de acceso a datos de geolocalización e información básica, bloqueadores de publicidad más avanzados, seguridad y nuevas técnicas de cifrado, desarrollo de legislación que límite las malas prácticas, herramientas transparentes que permitan la compra y venta de datos por parte de los usuarios, etc.
Según sus declaraciones, Zuckerberg se compromete a «desarrollar un sistema más democrático e independiente para determinar las normas comunitarias» de la red social, fundamentalmente centrado en la difusión de contenidos.
Blockchain se convierte en este escenario en la clave del nuevo modelo de relación en la red, la cadena de bloques permite a pesar de que los datos sean accesibles para todos encriptar la información de forma que no puede ser leído sino se disponen de las claves criptográficas que permiten descifrarla. El coste en tiempo y computación de intentar descifrar el bloque sin las claves es tan elevado que hace que Blockchain sea muy seguro.
El desarrollo de esta tecnología para la aplicación en sistemas de identidad tiene cada vez mayor potencial: registro de nacimiento, copias certificadas de los documentos de identidad, resultados de pruebas biométricas, datos de salud o certificados académicos, etc. Esto permite que cada usuario sea el propietario de sus datos y tenga demás el control de sus datos en la red, pudiendo venderlos o no y con las restricciones que cada usuario estime.
El resultado hasta ahora ha sido 1-0 con Blockchain en la partida ¿quién quedará fuera de juego?

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