Hoy voy a hablar de una profesión ´secreta´.
Todas las profesiones han sido afectadas por los cambios tecnológicos, en todas ha sido necesaria la adaptación a la automatización de procesos, al desarrollo de aplicaciones, etc.
Además, otros profesionales han visto cómo ha cambiado incluso el objeto mismo de trabajo, es decir, además de la evolución en las herramientas e instrumentos la esencia misma ha ido mutando.
Los archiveros que han visto cómo los soportes en los que se codificaba la información han ido cambiando, la información ha ido creciendo de forma exponencial a lo largo del tiempo, las necesidades informativas y la inmediatez en las respuesta ha hecho que los profesionales hayan tenido que reinventarse de forma permanente, aprendiendo cuestiones tanto de software como de hardware y redefinir los requisitos necesarios para la preservación, difusión, acceso y conservación de los documentos.
Cambios que han dado lugar a que la profesión de archivero, bibliotecario y documentalista haya evolucionado y generado nuevas denominaciones que intentan identificar el objeto de trabajo: gestor documental, de la información, de contenidos digitales, de bases de datos, cultural, de publicaciones, de vigilancia tecnológica e inteligencia de negocio, de la información corporativa de empresas y organizaciones, del conocimiento, arquitecto de contenidos, catalogador, consultor de información, content curator, digitalizador, analista de datos, comunity manager, especialista en posicionamiento online SEO y SEM, experto en usabilidad, webmaster, chief de datos...
Una suerte de nombres que sin embargo en su acepción archivero sigue siendo identificada por el imaginario colectivo como una persona seria, que trabaja en sitios bastante oscuros y lúgubres, al menos en los casos en lo que se haya oído hablar de él, ya que lo más habitual es que no se conozca ni la profesión ni el trabajo que se realiza.
Afirman que las primeras impresiones son importantes y la importancia de llamarse me obliga a presentarme como un doble agente secreto.
Todas las profesiones han sido afectadas por los cambios tecnológicos, en todas ha sido necesaria la adaptación a la automatización de procesos, al desarrollo de aplicaciones, etc.
Además, otros profesionales han visto cómo ha cambiado incluso el objeto mismo de trabajo, es decir, además de la evolución en las herramientas e instrumentos la esencia misma ha ido mutando.
Los archiveros que han visto cómo los soportes en los que se codificaba la información han ido cambiando, la información ha ido creciendo de forma exponencial a lo largo del tiempo, las necesidades informativas y la inmediatez en las respuesta ha hecho que los profesionales hayan tenido que reinventarse de forma permanente, aprendiendo cuestiones tanto de software como de hardware y redefinir los requisitos necesarios para la preservación, difusión, acceso y conservación de los documentos.
Cambios que han dado lugar a que la profesión de archivero, bibliotecario y documentalista haya evolucionado y generado nuevas denominaciones que intentan identificar el objeto de trabajo: gestor documental, de la información, de contenidos digitales, de bases de datos, cultural, de publicaciones, de vigilancia tecnológica e inteligencia de negocio, de la información corporativa de empresas y organizaciones, del conocimiento, arquitecto de contenidos, catalogador, consultor de información, content curator, digitalizador, analista de datos, comunity manager, especialista en posicionamiento online SEO y SEM, experto en usabilidad, webmaster, chief de datos...
Una suerte de nombres que sin embargo en su acepción archivero sigue siendo identificada por el imaginario colectivo como una persona seria, que trabaja en sitios bastante oscuros y lúgubres, al menos en los casos en lo que se haya oído hablar de él, ya que lo más habitual es que no se conozca ni la profesión ni el trabajo que se realiza.
Afirman que las primeras impresiones son importantes y la importancia de llamarse me obliga a presentarme como un doble agente secreto.
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