Los robots en el imaginario
colectivo son el futuro, máquinas no muy amigables que aparentemente
vienen a resolver problemas, pero que finalmente acaban jugando una mala
pasada a los humanos.
Desde hace ya más de una década venimos hablado de la robótica como futuro próximo, pero es ahora, gracias al desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) cuando se convierte en presente.
La IA es la prioridad de inversión en tecnología para las grandes empresas con el objetivo de reformular su modelo de negocio, aprovechar las redes de datos y las aplicaciones: salud digital, medicina preventiva, ingeniería genética, tecnologías de la informaicón y sector servicios y manufacturero. Una batalla que se libra entre Estados y China
El escenario actual es el idóneo para el desarrollo e impulso de la IA: ordenadores más potentes a bajo coste, desarrollo de nuevos algoritmos en la rama de sistemas de aprendizaje y procesamiento del lenguaje natural y la generación y disponibilidad de enormes cantidades de datos. Estas condiciones van a dar lugar a una revolución más potente que la industrial, la era `Datoligente´ que va a afectar a sectores transversales como la sanidad, educación, seguridad, comercio, producción, etc. y donde los robots van a tener un papel protagonista.
Robots capaces de reconocer emociones mediante sistemas de reconocimiento facial, nuevos mecanismos de interfaz referidos a la voz, reconocimiento de imágenes y redes neurales que emulen el funcionamiento del cerebro humano, siendo los datos un motor fundamental para el desarrollo de estas áreas.
La automatización mediante el uso de estos robots permite vislumbrar con mayor claridad la llegada de la “fábrica oscura”, donde la idea es que, dado el número reducido de personas presentes, se podrían apagar las luces y dejar las máquinas trabajar de forma autónoma.
Este será uno de los retos fundamentales de la IA, que no tendrá nada que ver con la tecnología o la inversión, sino que será lograr que la sociedad acepte convivir con robots, un nuevo escenario laboral donde determinadas tareas serán realizadas de forma automática y donde las capacidades y habilidades requeridas serán diferentes.
Ya en octubre de 1994 en la revista Scientific American, Marvin Minsky, padre de la IA, afirmaba: “¿Heredarán los robots la Tierra? Sí, pero serán nuestros hijos".
Desde hace ya más de una década venimos hablado de la robótica como futuro próximo, pero es ahora, gracias al desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) cuando se convierte en presente.
La IA es la prioridad de inversión en tecnología para las grandes empresas con el objetivo de reformular su modelo de negocio, aprovechar las redes de datos y las aplicaciones: salud digital, medicina preventiva, ingeniería genética, tecnologías de la informaicón y sector servicios y manufacturero. Una batalla que se libra entre Estados y China
El escenario actual es el idóneo para el desarrollo e impulso de la IA: ordenadores más potentes a bajo coste, desarrollo de nuevos algoritmos en la rama de sistemas de aprendizaje y procesamiento del lenguaje natural y la generación y disponibilidad de enormes cantidades de datos. Estas condiciones van a dar lugar a una revolución más potente que la industrial, la era `Datoligente´ que va a afectar a sectores transversales como la sanidad, educación, seguridad, comercio, producción, etc. y donde los robots van a tener un papel protagonista.
Robots capaces de reconocer emociones mediante sistemas de reconocimiento facial, nuevos mecanismos de interfaz referidos a la voz, reconocimiento de imágenes y redes neurales que emulen el funcionamiento del cerebro humano, siendo los datos un motor fundamental para el desarrollo de estas áreas.
La automatización mediante el uso de estos robots permite vislumbrar con mayor claridad la llegada de la “fábrica oscura”, donde la idea es que, dado el número reducido de personas presentes, se podrían apagar las luces y dejar las máquinas trabajar de forma autónoma.
Este será uno de los retos fundamentales de la IA, que no tendrá nada que ver con la tecnología o la inversión, sino que será lograr que la sociedad acepte convivir con robots, un nuevo escenario laboral donde determinadas tareas serán realizadas de forma automática y donde las capacidades y habilidades requeridas serán diferentes.
Ya en octubre de 1994 en la revista Scientific American, Marvin Minsky, padre de la IA, afirmaba: “¿Heredarán los robots la Tierra? Sí, pero serán nuestros hijos".
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